Aceptación
En busca de la Paz
En busca de la Paz
Sabemos que somos absolutamente diferentes y únicos, y
además que en el devenir de la vida nos topamos con situaciones inesperadas,
injustas, dolorosas y hasta trágicas.
Cuando la vida nos sorprende para mal, al menos en nuestra
primera impresión, la única tabla de salvación (real) es la aceptación... ¿Y
como es aceptar?
Si crees que leerlo ya resulta muy difícil, pensá, que como todo lo que has aprendido hasta
ahora, requiere práctica, nada sucede de un día para otro. Recomiendo empezar
por casa. Es decir, uno mismo. Ya que
solo cuando me acepto o acepto alguna de mis condiciones, puedo comenzar a
cambiarlo. Y para eso tengo que VERME, verme tal cual soy, verme al espejo y
aceptar que ese es el cuerpo que tengo hoy, que esta o este soy yo!
Significa que me conformo? ¡No! Todo lo contrario. Aceptar
no es gustar. Aceptar no significa no querer mejorar.
Verme en mi accionar, y darme cuenta que lo que hice o dije
mal en le pasado no me define, sólo es parte de mi pasado, y que si quiero lo
puedo modificar.
Tal vez no haya forma de remediar mis errores, pero
corregirme y saber que no se repetirán, es un aliciente para darme cuenta que
estoy en buen camino.
Cuando logramos este tipo de aceptación en nosotros mismos,
podemos mirar la vida con otros lentes, ser más flexibles, compasivos y
comprensivos con los demás.
No se trata de estar de acuerdo o coincidir en todo con
todos; sólo aceptar que el otro siente, piensa y actúa diferente a mí.
Cuando acepto, suelto, y cuando suelto, la vida fluye con
mayor naturalidad.
En Coaching Ontológico diferenciamos cuatro estados de ánimo
básicos: Resentimiento, resignación, aceptación y ambición. Siempre estamos en
alguna de esas emocionalidades y sus matices.
La aceptación tiene que ver con un estado en busca del
equilibrio interno y externo, es decir entre lo que me pasa adentro, en mi
interior, y como lo canalizo hacia fuera, en mi cuerpo, en mis relaciones, en
toda mi vida.
Es entender que no puedo cambiar los hechos del pasado, que
si me anclo en él, me estanco en mi presente.
El camino hacia la Paz comienza en mí.
Y para terminar, nada mejor que un cuento de Bucay.
Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles,
arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no
podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no
podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la
Rosa.
La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el
Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que
nunca.
El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio
de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que
cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa,
los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de
la mejor manera que pueda".
Ahora es tu turno.
Estás aquí para contribuir con tu fragancia.
Simplemente mírate a ti mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes
disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte
en tu propia condena..."
¡Qué disfruten el viaje!
No hay comentarios:
Publicar un comentario