jueves, 29 de septiembre de 2016

Estados de ánimo (tercera parte)

Barrer la Resignación

Construir en el presente con protagonismo

Cuando hablábamos de aceptación y resentimiento, nos referíamos a hechos, situaciones y circunstancias que no podíamos cambiar, ya que pertenecían al PASADO.

Hoy quiero referirme a un estado de ánimo que tiene que ver con el presente y el futuro que construimos.
Este estado tiene que ver con la posibilidad, ya que como seres pensantes juzgamos como posibles determinadas acciones y otras no.
El futuro se caracteriza por ofrecernos un espacio de indeterminación, un espacio sujeto a nuestra capacidad de acción.
La resignación se puede observar en la persona cuando ésta, no considera el futuro como un espacio de intervención que le permite, a partir de acciones emprendidas en el presente, transformarlo.
Frases como éstas ejemplifican la situación: “Esto es así y siempre lo será”, “Mi vida es así, y no hay nada que yo pueda hacer”, “¿Qué puedo hacer?, las cosas son así!”...etcétera.
Nos encontramos frente a una visión de realismo fundado, para todo lo que nos molesta de nuestra realidad, encontramos una explicación “tranquilizadora” que nos saca de juego; dejamos de ser protagonistas, para pasar a ser simples espectadores de nuestra propia vida.
¿Suena triste verdad? La verdad es que todos o casi todos vivimos desde este lugar algún aspecto de nuestra vida, generalmente existe algún espacio en el que nos resignamos a no hacer nada...
Nos encontramos frente a un pensamiento contradictorio, por un lado creemos que las cosas podrían ser diferentes, y por el otro, creemos que hagamos lo que hagamos, la situación no va a cambiar.
El gran interrogante es: ¿cuál es la salida a este circulo negativo e irremediable de nuestra visión?
Lo primero que podemos hacer es revisar nuestras creencias, sobre todo las limitadoras, esos juicios que hacemos sobre determinada situación, ese “yo no puedo”, “yo no sé”; ver hasta dónde es verdad, comparado con qué, en qué ámbitos, con quienes, analizar certeramente y no por arriba, es el primer paso para desmitificar la imposibilidad de mejorar.
En segunda instancia, si descubrimos, que verdaderamente no sabemos cómo enfrentar esa situación, por falta de conocimiento o herramientas, que nos permitan abordar con eficacia la situación, lo que podemos decidir es “aprender”, es decir, ampliar nuestra capacidad de acción. Aprender algo nuevo que nos permita resolver un problema.
Y puede que pienses....uff!!! Que complicado....y yo te pregunto?:
¿Cuanto de comprometido estás a resolver esa situación que te frena, que te mantiene inmóvil?
¿Cuáles son las desventajas que soportas por no hacer nada?
¿Cuántas ganas tenés realmente de que la situación cambie?
¿Cómo te imaginas a vos mismo resolviendo la situación? ¿Cómo te sentirías?
¿Qué otras cosas podrías lograr enfrentando este problema?
Te invito a probar, porque probar no cuesta nada. Pero dejar pasar, y quedarse con la duda de qué hubiera pasado si.....cuesta vida, tiempo valioso que no aprovechamos ni difrutamos.

¿Vamos?


¿Buen viaje!


EL APRENDIZAJE ES UNA DE LAS MAS IMPORTANTES FORMAS DE ALEJAR A LAS PERSONAS DE LA RESIGNACIÓN. (Rafael Echeverría)


miércoles, 21 de septiembre de 2016

Estados de Animo: (segunda parte)

Resentimiento
Volver a sentir (re-sentir)

El viernes pasado les contaba que la aceptación es un estado de ánimo que tiene que ver con la paz, el aceptar eso que ya pasó y no puedo cambiar.
La otra cara de la moneda es el resentimiento, porque cuando no aceptamos aquello que no podemos cambiar, porque ya pertenece al pasado, y no lo digerimos, nos enojamos con esa realidad y al no aceptarla se transforma en resentimiento.
Este estado de ánimo, genera, en algunos casos, otro estado, el de venganza por aquello injusto que nos han hecho.
El resentimiento se acerca a la ira. La ira se manifiesta abiertamente, mientras que el resentimiento permanece escondido.
En síntesis, el resentimiento está hecho de dolor y enojos retenidos, enfriados y cronificados.
Dice Norberto Levy, autor de La sabiduría de las emociones, “la escena que me enojó queda en foto fija, se desconecta de lo que pasó antes, de lo que sucede después y permanece inmutable en el tiempo”.
Se genera al vivir una experiencia que me frustra, me desorganiza, y ante la cual no puedo expresar ni mi enojo ni mi dolor. Y ese no poder viene dado por diferentes circunstancias, por miedo, malos entendidos y cosas de la vida que hacen que me quede callado y quieto frente a una situación que me lastima.
Y lo peor de este estado, es que me descalifico y desprecio por sentirlo, lo cual agrava sobremanera la situación. Me siento “malo”, “desalmado”, alguien que no merecer “ser feliz”, ya que el resentimiento está muy mal visto socialmente hablando...
Pero la realidad es que todos podemos sentirlo y cada uno tiene un umbral distinto que al ser desbordado, lo activa.
¿Y cuál es la salida para este circulo vicioso?
Aceptar, que como ser humano puedo equivocarme de camino, y aprender lo que sea necesario aprender de cada experiencia. Si es un hecho que pasó hace mucho, perdonar es una de las salidas más liberadoras, y aunque a veces se rompen lazos que no se pueden reconstruir, puedo perdonar a los involucrados sin necesidad de hablarles, liberarlos de mi rencor, y liberarme a mi mismo de la cárcel de dolor crónico.
Ahora, en mi presente: ¿Cómo podría evitar generar nuevos estados de resentimiento?
Recomienda el Dr. Levy, que los mejores recursos con los que contamos son:
  1. Saber enojarse adecuadamente;
  2. Poder reconocer y expresar el dolor.
Expresar bien una emoción, facilita expresar bien la otra. Y en la medida en que ambas se incluyen, no hay espacio para el resentimiento.
Ojalá te sean de utilidad estas palabras para saber si estas atrapado en este corrosivo estado.
¡Qué tengas buen viaje!



El sometimiento, la dependencia, la inseguridad o la inmadurez son algunas de las condiciones que la dificultan y por lo tanto, favorecerán indirectamente el camino del resentimiento.

jueves, 15 de septiembre de 2016

Estados de Animo

Aceptación

En busca de la Paz

Sabemos que somos absolutamente diferentes y únicos, y además que en el devenir de la vida nos topamos con situaciones inesperadas, injustas, dolorosas y hasta trágicas.
Cuando la vida nos sorprende para mal, al menos en nuestra primera impresión, la única tabla de salvación (real) es la aceptación... ¿Y como es aceptar?

Si crees que leerlo ya resulta muy difícil, pensá,  que como todo lo que has aprendido hasta ahora, requiere práctica, nada sucede de un día para otro. Recomiendo empezar por casa. Es decir, uno mismo.  Ya que solo cuando me acepto o acepto alguna de mis condiciones, puedo comenzar a cambiarlo. Y para eso tengo que VERME, verme tal cual soy, verme al espejo y aceptar que ese es el cuerpo que tengo hoy, que esta o este soy yo!
Significa que me conformo? ¡No! Todo lo contrario. Aceptar no es gustar. Aceptar no significa no querer mejorar.
Verme en mi accionar, y darme cuenta que lo que hice o dije mal en le pasado no me define, sólo es parte de mi pasado, y que si quiero lo puedo modificar.
Tal vez no haya forma de remediar mis errores, pero corregirme y saber que no se repetirán, es un aliciente para darme cuenta que estoy en buen camino.

Cuando logramos este tipo de aceptación en nosotros mismos, podemos mirar la vida con otros lentes, ser más flexibles, compasivos y comprensivos con los demás.
No se trata de estar de acuerdo o coincidir en todo con todos; sólo aceptar que el otro siente, piensa y actúa diferente a mí.
Cuando acepto, suelto, y cuando suelto, la vida fluye con mayor naturalidad.

En Coaching Ontológico diferenciamos cuatro estados de ánimo básicos: Resentimiento, resignación, aceptación y ambición. Siempre estamos en alguna de esas emocionalidades y sus matices.
La aceptación tiene que ver con un estado en busca del equilibrio interno y externo, es decir entre lo que me pasa adentro, en mi interior, y como lo canalizo hacia fuera, en mi cuerpo, en mis relaciones, en toda mi vida.
Es entender que no puedo cambiar los hechos del pasado, que si me anclo en él, me estanco en mi presente.
El camino hacia la Paz comienza en mí.
Y para terminar, nada mejor que un cuento de Bucay.

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.

La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda".

Ahora es tu turno.
Estás aquí para contribuir con tu fragancia.
Simplemente mírate a ti mismo.
No hay posibilidad de que seas otra persona. Puedes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por ti, o puedes marchitarte en tu propia condena..."  

¡Qué disfruten el viaje!







sábado, 10 de septiembre de 2016

Procrastinación

La incomodidad de posponer

La procrastinación es el rasgo o el hábito de posponer las tareas que nos incomodan, nos aburren o nos frustran.

¿Te encontrás a menudo diciendo “después lo hago?
Tenemos una tendencia a aplazar, y a veces no la podemos controlar.

Pero, ¿porque lo hacemos?

Hay tres principales razones por las cuales lo dejamos para después:

Queremos sentirnos bien ahora: buscamos la recompensa inmediata.

Sobre-estimamos nuestra productividad futura: Pensamos que está bien posponer las cosas, porque vamos a hacerlo más tarde, sin ninguna excusa. Creemos ciegamente que el momento perfecto será después no ahora. Pero cuando llega ese futuro seguimos sin poder acabar, o peor aún sin lograr empezar.

Tenemos miedo: Este es el motivo más oculto de todos. El miedo nos paraliza y nos hace procrastinar una tarea o actividad importante, haciendo algo sencillo y seguro en su lugar.

Pero no todo está perdido...aunque seamos propensos a posponer casi todo aquello que nos resulte incómodo, hay algunas estrategias que nos pueden ayudar a tomar acción en eso que debe ser hecho!
Cuando procrastinamos, en realidad no es que dejemos de trabajar en algo. Lo que realmente ocurre es que nos volvemos sumamente productivos en otras tareas que no son importantes en ese momento. Cambiamos esa actividad por otra que nos mantenga ocupados. Por eso, esta estrategia funciona.

Si no estás trabajando en esa actividad, entonces no puedes hacer absolutamente nada más.
Es un truco. Pero, es un truco poderoso.

Antes de empezar a contestar ese correo-no-importante, a ver un vídeo en youtube, a leer algún artículo o simplemente a saltarte la actividad planeada, detente y congélate.
Si tu mente quiere irse a las nubes por un momento y no es posible avanzar o empezar con esa tarea, está bien. Pero NO hagas nada más en su lugar.
De esta forma lograras ser mucho más disciplinado: Si no haces lo que debes de hacer, entonces no estarás haciendo nada más en su lugar.
No me creas...probalo!
Probemos...

Buen viaje!

jueves, 1 de septiembre de 2016

Estar presentes

La habilidad de ser empáticos

La empatía es una respetuosa comprensión de la vivencia de los demás.

En la cotidianeidad, nos suele pasar, que al estar charlando con alguien caemos en la tentación de empezar a dar consejos o queremos tranquilizar al otro, o explicarle cual es nuestra postura frente a los que nos cuenta, o cómo nos sentimos con respecto a eso.

Veamos cuales son las conductas habituales que nos impiden estar lo suficientemente presentes para conectarnos de manera empática con los demás:
·        Aconsejar: “Creo que deberías...”, ¿Cómo es que no...?”
·        Competir: “Esto no es nada, voy a contarte lo que me ocurrió a mí...”
·        Educar: “Esto no puede convertirse en una experiencia muy positiva para vos si...”
·        Consolar: “No es culpa tuya, hiciste lo que pudiste”
·        Contarle alguna historia parecida: “Esto me recuerda una vez que...”
·        Minimizar: “Vamos, ánimo. ¡No es para tanto!
·        Compadecer: “¡OH, pobre...!”
·        Interrogar: “¿Cuándo empezó esto?”
·        Explicar: “Yo habría venido, pero...”
·        Corregir: “No, esto me ocurrió así”

La comprensión intelectual bloquea la empatía.

La empatía sin embargo, exige de nosotros, que vaciemos nuestra mente y escuchemos con todo nuestro ser a la otra persona.

Que difícil!!! Y, ¿Cómo se hace????

Cuanto más nos conectemos con los sentimientos, necesidades y preocupaciones que hay detrás de las palabras de los demás, menos temeremos abrirnos.
Más allá de las palabras que utilice nuestro interlocutor para expresarse, necesitamos limitarnos a prestar atención a sus observaciones, sentimientos, necesidades, y peticiones. Después tal vez queramos reflejar lo que hemos oído parafraseándolo. Por ejemplo: supongamos que acude a nosotros una madre y nos dice: “Mi hijo es imposible. No escucha nada de lo que le digo.”
Podríamos optar por reflejar sus sentimientos y necesidades y decirle: “Parece que usted está desesperada y que le gustaría encontrar la manera de conectarse con su hijo.”
Mantenemos la actitud de empatía para que nuestro interlocutor tenga la oportunidad de expresarse plenamente antes de desviar nuestra atención hacia las soluciones o hacia la satisfacción de las peticiones.

Para ser empáticos con los demás, necesitamos antes, SER EMPÁTICOS CON NOSOTROS MISMOS.

Debemos entender que, como humanos, no siempre podemos ser empáticos, a veces necesitamos, deternos, respirar e intentar entender lo que sentimos y necesitamos nosotros mismos; otras necesitamos gritar SIN VIOLENCIA: un Basta¡ Estoy agotada/o!!!; y otras simplemente, retirarnos.

Sea lo que sea lo que elijas hacer, recordá que cada paso hace el camino, y estar presente mientras lo haces es el secreto.

¡Buen viaje!

Fuente: Comunicación no Violenta, Marshall B. Rosenberg, Ph. D. Gran Aldea Editores.