La habilidad de ser empáticos
La empatía es una respetuosa
comprensión de la vivencia de los demás.
En la cotidianeidad, nos
suele pasar, que al estar charlando con alguien caemos en la tentación de
empezar a dar consejos o queremos tranquilizar al otro, o explicarle cual es
nuestra postura frente a los que nos cuenta, o cómo nos sentimos con respecto a
eso.
Veamos cuales son las
conductas habituales que nos impiden estar lo suficientemente presentes para
conectarnos de manera empática con los demás:
·
Aconsejar: “Creo que deberías...”, ¿Cómo es que no...?”
·
Competir: “Esto no es
nada, voy a contarte lo que me ocurrió a mí...”
·
Educar: “Esto no
puede convertirse en una experiencia muy positiva para vos si...”
·
Consolar: “No es
culpa tuya, hiciste lo que pudiste”
·
Contarle
alguna historia parecida:
“Esto me recuerda una vez que...”
·
Minimizar: “Vamos,
ánimo. ¡No es para tanto!
·
Compadecer: “¡OH,
pobre...!”
·
Interrogar: “¿Cuándo
empezó esto?”
·
Explicar: “Yo habría
venido, pero...”
·
Corregir: “No, esto me
ocurrió así”
La comprensión intelectual
bloquea la empatía.
La empatía sin embargo, exige
de nosotros, que vaciemos nuestra mente y escuchemos con todo nuestro
ser a la otra persona.
Que difícil!!! Y, ¿Cómo se
hace????
Cuanto más nos conectemos con
los sentimientos, necesidades y preocupaciones que hay detrás de las palabras
de los demás, menos temeremos abrirnos.
Más allá de las palabras que
utilice nuestro interlocutor para expresarse, necesitamos limitarnos a prestar
atención a sus observaciones, sentimientos, necesidades, y peticiones. Después
tal vez queramos reflejar lo que hemos oído parafraseándolo. Por ejemplo:
supongamos que acude a nosotros una madre y nos dice: “Mi hijo es imposible.
No escucha nada de lo que le digo.”
Podríamos optar por reflejar
sus sentimientos y necesidades y decirle: “Parece que usted está desesperada y
que le gustaría encontrar la manera de conectarse con su hijo.”
Mantenemos la actitud de
empatía para que nuestro interlocutor tenga la oportunidad de expresarse plenamente
antes de desviar nuestra atención hacia las soluciones o hacia la satisfacción
de las peticiones.
Para ser empáticos con los
demás, necesitamos antes, SER EMPÁTICOS CON NOSOTROS MISMOS.
Debemos entender que, como
humanos, no siempre podemos ser empáticos, a veces necesitamos, deternos,
respirar e intentar entender lo que sentimos y necesitamos nosotros mismos;
otras necesitamos gritar SIN VIOLENCIA: un Basta¡ Estoy agotada/o!!!; y otras
simplemente, retirarnos.
Sea lo que sea lo que elijas
hacer, recordá que cada paso hace el camino, y estar presente mientras lo haces
es el secreto.
¡Buen viaje!
Fuente: Comunicación no Violenta, Marshall B. Rosenberg, Ph. D. Gran Aldea Editores.
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